top of page

Fuerza y delicadeza: La mujer es Taekwondo

Sudar, pensar, actuar. Luchar. Cada gota lo vale. Pelear es un trabajo duro, que requiere esfuerzo físico y mental. Es estrategia, pasión y corazón. Es algo que se considera “cosas para hombres”. Pero no más. Ha llegado un deporte que busca cambiarlo todo, donde las mujeres son sus principales representantes.

Un gancho, una patada en la cabeza, y el remate de un puñetazo en la boca. Hasta que el contrincante no sangre, la pelea no estará ganada. El público se levanta y aclama. Es Grecia, y sólo aquellos que son “dignos” se encuentran en la arena. En la cuna del deporte se huele sólo testosterona, sudor y sangre. El dulce aroma de una dama es vetado, y nadie se opone a ello. Desde tiempos inmemorables, el hombre ha sido el único que ha tenido el derecho a pelear. Las mujeres hemos sido menospreciadas, y por tener “facciones más delicadas”, nos apartan de la zona de pelea. Pero no más. Para ser un luchador se necesita más que músculos fuertes, un falo y una barba. Se necesita coraje, perseverancia, y un espíritu indomable. Se necesita la fluidez del agua, la fuerza de un relámpago, y el espíritu guerrero de una mujer.

En un principio, el deporte fue creado por hombres, y para hombres, con el fin de enfatizar en algunas disciplinas, como la fortaleza física, enfocada en la fuerza, resistencia y potencia. Elementos que se usan en la guerra, como mecanismo de ataque y defensa. Desde la ciudad de Olimpia, la mujer fue totalmente excluida, ya que su presencia se consideraba incorrecta, antiestética, y poco coherente con lo que estos juegos significaban: la agilidad del agua, la fuerza y grandeza de una montaña, y la perfección de la naturaleza. Por supuesto, las mujeres no tendrían un puesto aquí, ya que ellas, en esta sociedad machista, sólo se pueden dedicar a lavar, cocinar, y a ser “una máquina de hijos”, que no sólo se encarga de dar a luz, sino de toda su formación como personas.

Para el mundo, las labores domésticas eran lo más cercano que tenían a un campo de batalla, donde la ropa sucia era su más grande rival. Las estigmatizaciones de la sociedad, y los paradigmas sobre la debilidad de la mujer, han hecho que esta se vea como alguien indefenso, sin habilidades intelectuales o físicas. Como un cordero manso recién nacido, que fácilmente puede ser devorado por los vencedores que coronamos ciegamente. Pero ahora, el cordero manso, se convertirá en una oveja arisca, lista para protegerse y luchar por lo que desea.

Sonia Hidalgo, todos los días toma a su fiel compañera, que la llena de valentía y coraje, se la ata a su cintura, y emparejando las puntas, su armadura queda lista para la batalla. Su cinturón que representa años de esfuerzo, también la enaltece ante sus alumnos. Al salir del pequeño cuarto en donde se cambia cada día a las 8:00 am, sale por el pasillo que conduce hacia el salón principal. Saca de su bolsillo un silbato y un cronometro, y comienza la movilidad articular. Un día más entrenando a los soldados que le sirven a la sociedad. Esta guerrera, es una de las grandes mujeres taekwondistas de Bogotá. Con tan sólo 34 años, lidera a un club con más de 50 estudiantes (en dónde casi un 40% son mujeres de diferentes edades), es cinta negra, y tercer Dan, un título que no muchos tienen, ya que requiere de esfuerzo y pasión. Es un logro que solo se alcanza con muchas horas estirando, golpeando, combatiendo. Luchando.

Es una de las mujeres que se ha atrevido a demostrar, que el arte de la pelea, no es sólo para hombres.

“La mujer aporta algo súper importante al Taekwondo en estos tiempos y en toda su historia, ya que en sus principios quienes lo practicaban eran solo los hombres debido a que fue una de las herramientas que utilizó el pueblo coreano para independizarse de Japón, además de saber que así como en muchos países las mujeres tienen más posibilidades que antes, este siempre ha sido un pueblo machista.”

Incluso en sus actividades cotidianas y hasta en el lenguaje, el machismo es algo muy presente en nuestra sociedad. Para Sonia, la mujer al tener la posibilidad de practicar este deporte le aporto un sentido de igualdad y equidad, rompiendo los grilletes del machismo y la desigualdad. La participación del sexo femenino, le demostró al mundo que las mujeres pueden tener los mismos alcances que los hombres y enfatizar más aún el aspecto de disciplina.

El taekwondo busca un equilibro. Busca aquel perfecto balance que todo guerrero debe tener. Delicadeza y fuerza. Técnica y letalidad. Como la tajante luz que con su filo irrumpe en las tinieblas. Su filosofía basada en el “taeguk” (símbolo que representa grandeza), busca precisamente eso: la unidad entre la oscuridad, y la luz. El calor y el frío. Se basan en simbolismos coreanos, donde todo representa armonía. Lo masculino y lo femenino. La mezcla perfecta del universo. Si una sola pieza falta, nada podría funcionar.

Más tarde, cuando Sonia se encuentra con sus estudiantes, analiza a cada uno de ellos. Empieza su estrategia, y ve en cada uno, los movimientos que pueden hacer. Como una buena maestra, sabe reconocer los talentos, habilidades y las cualidades de cada uno de ellos. Tanto físicas, como emocionales.

En la peana se encuentra un chico alto y de cabello negro. Toma impulso, cierra los ojos, corre cinco metros y vuela. Salta y alcanza los dos metros treinta de alto. Parece que la gravedad no le afectara. Flota delicadamente, y de repente, lanza una mortal patada, dando un giro de 360 grados. Impacta en una paleta negra con amarillo, que otro chico sostiene, y cae sin hacer ruido sobre el piso de color rojo y azul. David Garzón, es uno de los estudiantes estrella en el club Oh Do Kwan. Un sitio donde la maestra Sonia Hidalgo forma campeones, desde lo deportivo, hasta lo personal. Es una prueba viviente, de que los mejores guerreros son llevados hasta lo alto, gracias al compromiso y la gran disciplina que tiene e inculca una mujer. David, es un estudiante elogiado por sus grandes acrobacias, pero también, porque defiende a los derechos de las mujeres, y las valora como una parte clave en el Taekwondo. Cada vez que entra al tatami o al salón de clases, sabe que se enfrenta a grandes oponentes. Mujeres invencibles, que llenan el lugar con su gran fuerza y delicadeza. Una mezcla única, que solo la mujer posee.

“Es la mujer, la que aporta la elegancia y la delicadeza, sin hacer que el movimiento deje de ser fuerte. Cada una de ellas da un aporte distinto, las virtudes que le ha dado la naturaleza a cada una, su crianza y demás factores que repercuten en su vida, han generado un ser irrepetible y especial, que le aporta de manera única a este deporte, diversos elementos claves, para la evolución del Taekwondo.”

Al principio está práctica se utilizó en la guerra; era un arte marcial especializado para defenderse y hacer daño durante las disputas de los tres reinos coreanos. Buscaban acabar con todo lo que podría atentar contra sus familias y amigos. Los militares en este tiempo desarrollaron un estilo de arte marcial basado en diversos estilos chinos, pero adaptados a sus propias necesidades. Era un estilo único, que convertía cada movimiento, en una danza mortal para sus enemigos. Pero no es hasta los juegos olímpicos modernos, cuando la mujer realmente se hace notar en este asunto. Hasta ese entonces, quedarse en casa era lo que se consideraba “correcto”, y limitaba que brillaran en el exterior. Como el capullo que no logra florecer a falta de luz. Lo único que estas grandes luchadoras necesitaban, era una oportunidad.

Y así fue.

Desde que el Taekwondo hizo su debut en Sidney, Australia, el Taekwondo incluye directamente a nuestras atletas, demostrando igualdad y equidad dentro de este deporte. Como el taeguk. Todo danza en un equilibrio universal, donde absolutamente todas las cosas deben bailar y moverse al ritmo de la equidad e igualdad. En Australia, el Taekwondo debutó con cuatro equipos femeninos, y cuatro equipos masculinos, en donde las mujeres, por su fuerza, ajuste y delicadeza, lograron robarse la atención de todo el lugar. Era un nuevo paso para el sexo femenino. El comienzo de una nueva era.

Borremos errores: Adiós estereotipos.

“Cuando hablamos de taekwondo, hablamos de equilibrio en todo momento. Los movimientos tienen que ser fuertes, pero también deben tener gracia y pulcritud, el cinturón que al momento de ser colocado tiene las dos tiras con una longitud igual, también es sinónimo de ello. Un lado es la mujer, y el otro es el hombre. Si no son iguales, no se ve bien. No funciona bien.” Dice David Garzón, mientras muestra como el cinturón debe atarse en su cintura.

La mujer en el Taekwondo rompe los estereotipos del “sexo débil”. La verdad, es que los errados prejuicios que nos plantan en la cabeza con el cine, la educación, y los medios de comunicación, han dificultado que estas grandes guerreras, tomen cartas en el asunto. En especial en las artes marciales. Con el cliché, y las etiquetas, seguramente ya han escuchado que esto es “cosa de hombres”, o “las mujeres deberían ser más delicadas”, o algo, que realmente molesta a las guerreras que lo practican: “esto es de hombres. Las mujeres deben ser más femeninas”.

Al parecer, la feminidad se ve directamente relacionada con la salud o la belleza física. Según esto, si eres mujer, debes tener una corona, y esto significa estar inmaculadas, y que nuestro cuerpo no debe hacer ningún tipo de esfuerzo. Por eso, los deportes de impacto, o “cuerpo a cuerpo”, se consideran prácticas deportivas “masculinas”, mientras que la gimnasia, la danza o las caminatas son de tipo “femenino”.

Generalmente, se cree que las mujeres que practican artes marciales, son más agresivas, irritables, o violentas. Como si un demonio se apoderara de ellas cada vez que dan un golpe. Y eso no es nada.

También se piensa que son más varoniles, que masculinizan su apariencia, y que son muy delicadas como para exhibir marcas de guerra –o moretones- en sus cuerpos. Pero las artes marciales son mucho más que eso. La misión es mantener la calma en la tempestad, ser cauteloso ante el peligro, suaves como el viento de otoño, pero destructivo como el agua enfurecida que arrasa con todo. Por eso se ha emprendido una travesía. Una lucha, que comienza desde la propia familia, donde se busca romper los paradigmas de la sociedad, por medio de los valores que se inculcan en este espacio.

Así como lo cuenta Monika Buitrago, quien practicó este deporte durante tres años, para luego abandonarlo, debido a los comentarios que sus compañeros hacían sobre ella en la universidad. Le decían que eran cosas que solo los hombres podían hacer, y que, si quería conseguir un novio, o alguien que la amara, debía dejar todo eso atrás, concentrarse en sus estudios y mirar hacia el típico futuro que tiene una mujer, en una sociedad machista: tener un trabajo estable, con un sueldo menor al de su marido, y con hijos que criar. Pero después de algunos años de reflexión, decidió comenzar de nuevo, retomando lo que más le apasiona: la lucha. El Taekwondo. Ahora, con 44 años, es cinta roja, y una de las deportistas más importantes del Club. Pero no solo esto. También es una gran administradora, madre soltera, y sobretodo amiga, para todos aquellos que la acompañan en Oh Do Kwan.

Grandes guerreras como ellas, se vuelven grandes referentes para la vida de muchas otras mujeres que no se atreven a perseguir sus sueños, por miedo a lo que la sociedad les diga. “Es muy importante que los padres y madres de hoy, “se actualicen”, y apoyen sus hijas cuando quieran hacer este tipo de cosas. No les digan que es de hombres, o que es de mujeres. Ayúdenlas a crecer, con lo que les gusta hacer.”

Con el paso de los años, más mujeres fueron llegando al centro deportivo. Mujeres, que han superado muchos obstáculos, y que el día de hoy son fuertes, tanto física, como emocionalmente. Tienen más confianza en ellas mismas, son perseverantes en todo lo que hacen, miran al mundo con amor, y con un espíritu indomable -pero con autocontrol- logran alcanzar sus objetivos. Son mujeres que demuestran que los paradigmas del sistema están hechos para romperse, y que, con pequeños cambios, se pueden lograr grandes cosas.

Hoy en día, se celebran grandes torneos, en donde según la liga de Bogotá, casi el 50% de los atletas, participan en las categorías femeninas de cualquier modalidad (tanto combates, como las figuras, o “poomsaes”), y la gran mayoría logra ocupar los primeros puestos, si hablamos de las categorías mixtas. Cada vez son más en este deporte, y demuestran que la flexibilidad, el carisma y una actitud guerrera, son esenciales para alcanzar el éxito.

Si bien es cierto, los hombres también juegan un papel importante en las artes marciales. En el Taekwondo, por lo menos, se considera que todos tienen las mismas habilidades y destrezas. Que todos pueden llegar a los mismos objetivos. Pero las mujeres tienen algo único por naturaleza, y que es un gran aporte al Taekwondo: las artes marciales siempre han necesitado de la fuerza, delicadeza y elegancia de la mujer.

Las mujeres, empezaron como una minoría, pero ahora son quienes dominan.

Publicaciones recientes
bottom of page