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El amargo sabor de la política


El reloj marcaba casi las doce. La noche taciturna me acompañaba en mis pensamientos y la ruidosa ciudad se alzaba frente a mi ventana; no era suficiente para hacerme sentir acompañado. La botella de Whiskey se encontraba casi vacía y el hielo en mi vaso clinquineaba pidiéndome más de aquel amargo trago. Ayer había dado mi último discurso antes de las elecciones. La plaza estaba a reventar. Con gritos de ánimo, todos me apoyaban, mas sin embargo, mi contrincante logró reunir realmente a la multitud. Mi adversario había utilizado estrategias tradicionales, supongo que esa es la razón por la cual está punteando en las encuestas. Siempre bien vestido, con su corbata lisa y traje negro, se presentaba hacia el pueblo, de una manera calmada y supuestamente objetiva… digo supuesta, porque todos sabemos que el político es corrupto, y si no lo es, es porque es más un ciudadano que un mandatario. Pero eso ahora no importa.

Lo que importa, es que él va a ganar, puesto que logró que la gente se sintiera a gusto con él, al hacer que su figura fuese lo más tradicional posible; y como el pueblo está alienado ¿Cómo podría no sentirse a gusto con una persona como él? Es obvio que le tienen miedo a lo nuevo, y al cambio, porque eso significaría progreso, y por lo tanto, sacrificio. Si él gana, seguiríamos viviendo en una sociedad retrógrada, y probablemente acabemos viviendo de nuevo en la Edad Media.

¡Condenados sean aquellos que sólo escuchan lo que quieren oír! Porque si no les conviene, lo ignoran, y desechan a las personas que realmente queremos hacer un cambio. ¿Es que no se dan cuenta de lo que realmente pasa durante un breve discurso, debate o charla? Les prometen pan, porque tienen hambre, pero al momento de entregarlo, se topan con un montón de falsas esperanzas.

¡Dejen de mentirse a sí mismos! Saben muy bien que su voto hace la diferencia, pero aún así, no lo piensan. Prefieren que un hombre apretado finja ser una persona altruista, y que con sólo decirles que trabajarán menos, pero ganarán más, lograrán ser una sociedad perfecta…

Cada sorbo que tomo, se convierte en una memoria nueva. Siento como aquel ardiente licor recorre mi garganta, y cae pesadamente en mi estómago. Se siente igual que el campo de batalla, en donde mis ideas se convierten en armas. Cada contrargumento se convierte en un corte que apunta a la yugular, pero este se logra esquivar, si el contrincante logra refutar, y además, si es apoyado por el pueblo. Pero también se apoya en la ignorancia. Si va punteando en las encuestas, debe ser por sus reproches frente a mí y mi pasado. Y claro, se justifica pensando: ¿Por qué un asesino, debería convertirse en el líder de una nación? Ese es su argumento principal. El argumento que lo cambia todo.

¡Y es ilógico pensar, que su salvador llegará, sin haber conocido el pecado antes! Nadie se salva del infierno mismo, porque es en este donde la codicia humana reside, y se vuelve el escenario ideal para llevar a cabo cualquier acción, que les permita hacer lo que deseen. Además, al final, los verdaderos salvadores son quienes nos eligen, porque al fin y al cabo, nosotros debemos trabajar para ellos, más ellos no deberían trabajar para nosotros.

Ya no tomo Whiskey, sino el agua saborizada que queda en el fondo, gracias al hielo derritiéndose. Es como si el sabor se rehusara a irse, porque sabe que aún no he terminado. Se queda a la espera de que caiga rendido por la última gota, y así habrá cumplido su objetivo. Pero el agua lo apacigua, y empieza a opacar la naturaleza de esta bebida.

Mi campaña superó grandes obstáculos y prejuicios, con el fin de volver a esta sociedad, un lugar mejor. O por lo menos, eso creía yo.

Siento la impotencia de saber que estoy perdiendo mi esencia, y no poder hacer algo al respecto, es como estarse marchitando, y saber que se pudo haber hecho algo. Cuando estás en la política, nunca estarás sólo. Al principio, las relaciones son tan puras, como el Whiskey recién hecho. Su sabor es fuerte, y se palpa en el ambiente, una mezcla de olores y sensaciones, únicas y diferentes. El problema empieza cuando lo embotellan, y lo limitan. Su esencia ha tocado un punto, en donde no pude avanzar más, y debe forzarse a armonizar con su entorno. Lo moldean en una botella, en donde el diseño de la misma, será el que venda. Entre más tradicional y elegante sea, se venderá mejor. Así sea alcohol etílico con agua y sabor, si luce bien, es porque debe ser bueno. El contenido ya no importa, sino lo que digan de él, y así empieza a corromperse.

El último trago que me sirvo, luce tan bien como yo lo hacía en un principio. Ansioso de cumplir un propósito en mi vida, y listo para alcanzar mis objetivos, apoyándome en la verdad y la realidad social. Pero el hielo que coloco sobre el líquido color dorado, corrompiendo el exquisito sabor de esta obra de arte, es como las personas que llegan a mi vida. Tienen intereses personales, y buscan cumplirlos, sin importar la esencia del propósito que los une. Cada quien busca armar su propio camino, y le va dando al producto el tinte y sabor que desee.

Y precisamente es eso lo que hará que mi campaña no quede siquiera entre los finalistas. La esencia de mis propuestas se fueron al suelo, por hielos podridos que conocían las movidas, para que el pueblo no se enterara de los negocios sucios que pasaban tras bambalinas.

Qué sorbo tan amargo es este.

Además, son tan descarados, que después piden silencio. Cada peldaño que subí, fue gracias a los amargos tragos que me daba gente hipócrita y sin escrúpulos. ¿Cuánto dinero no fue lavado en la campaña?, ¿Cuánta gente no fue silenciada con el sonido de un disparo? ¿Cuántos no fueron robados? Y no señor, no solo fue en la mía. Todos aquellos que aspiran estar en la cima, mancharon sus manos con la dignidad de quienes serían los verdaderos salvadores.

Mis huellas también quedaron marcadas. El vaso que estaba lleno hace un momento, ahora solo refleja mis sucias huellas dactilares y el brillo de la luna resplandeciendo sobre él. Así mismo, evidencia mi soledad y nostalgia, al momento de recordar el sueño que alguna vez tuve: la inocente idea de querer cambiar el mundo.

Pero por querer hacerlo, mis manos quedaron manchadas de sangre, volviéndome uno más de ellos. Entré a la mafia, en donde te reemplazan por un trago diferente; o te ponen más bonito para ser vendido y aceptado. Así funciona el campo de la política. Así funciona la sociedad. Pero, hay algo que nadie ve, y es que la esencia y el sabor jamás serán reemplazables, y así como un Whiskey falso, quienes sufren, son quienes lo consumen.

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