Más humano que un humano
No hay mejor forma de ofender a un perro que igualándolo a un hombre; lo cierto es que el infiel, desleal y desagradecido es este último. Mientras que el animal, sorprendentemente, puede llegar a demostrar más afecto que el mismo individuo masculino. Incluso después de ser sometido, regañado y castigado, el perro vuelve donde su amo con el mismo amor que antes.
Llegar a la casa, después de un arduo día de trabajo y recibir el cálido saludo de tu perro, mientras que tu pareja sentimental ni siquiera se inmuta por preguntarte qué tal estuvo tu día. Sigue en su profundo y plácido sueño; bien si llegas tarde, bien si llegas temprano. En cambio, llega cierto punto en la noche en el que tu perro nota que hace falta tu calor en la cama, así, se sienta justo frente a la puerta a esperar tu llegada.
No hay nadie más feliz que tu perro al ver la presencia de su amo, se para en dos patas, mueve la colita, te lame la cara y en ocasiones, corre de un lado a otro para manifestarte la alegría que le produce que vuelvas a casa. Él nunca olvida el premio que le diste en las horas de la mañana, el paseo al que lo llevaste para que se divirtiera o simplemente el abrazo que compartiste con él para demostrarle cuánto lo amas. Tu hombre, por el contrario, parece olvidar todo lo que has hecho por él e incluso le da poca importancia a todo lo que estarías dispuesta a dar por él; en últimas, está convencido de que tú giras en torno a él. Resulta irónico que tenga más valores humanos un perro, que el propio hombre... Sí, hasta este punto hemos llegado.
La diferencia entre un hombre y un perro es sustancial; el primero vive pensando en él, mientras que el segundo hace hasta lo imposible con tal de verte feliz. Si estás triste, limpia tus lágrimas, si estás feliz, comparte tu alegría, si estás sola, te acompaña. No hay nadie más fiel, agradecido y amoroso que un perro, así que cuando vayan a insultar a un hombre, no hace falta que recurran a un animal para hacerlo; es suficiente con llamarlo hombre.