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Ballet: la libertad del alma


[endif]--El tercer llamado ha sido anunciado. Las puertas se cierran, y todo el mundo ocupa su lugar. Las luces van bajando, y la penumbra reina en el lugar, haciendo que la emoción crezca entre el público, y las expectativas lleguen a niveles inimaginables. Sin aviso, un alegre y cómico violín comienza a sonar, mientras que el escenario ilumina a Ana Belén Álvarez, una bailarina que desde los dos años, ha puesto su alma, mente y corazón, en el escenario. “Se requiere empezar desde temprano, porque deja de ser solo una danza clásica o artística. Se convierte en un estilo de vida.” Desde muy temprana edad, el Ballet empieza a moldear el cuerpo, dándole fuerza y elasticidad al mismo tiempo, así como al mismo tiempo entrena la mente, con el fin de memorizar las diferentes técnicas, posiciones y términos empleados en esta disciplina. A diferencia de otras danzas, el Ballet tiene una decodificación específica, ya que cada movimiento está estructuralmente armado, según la melodía o la pieza clásica que se esté ejecutando. Los movimientos de sus pies son suaves como el viento, pero sus brazos son rígidos como la madera. Al ritmo de la gran orquesta que toca a su lado, esta artista deja de ser “Ana Belén” y se convierte en Coppelia, una muñeca de madera, creada por un juguetero, que tiene el don de la danza corriendo por sus venas. Sus movimientos son tan naturales y cautivadores, que logra enamorar sin pronunciar una sola palabra, a Franz, su co-protagonista buen mozo en la obra.

Sus pies conocen las partituras de memoria, y la técnica para ella es algo tan natural como respirar. “Cuando escuchas la música, tu cuerpo responde de manera instantánea, sientes que te lleva y es ella quien te guía. Ella crea los pasos para ti, tú no los haces pensando en ella. Son las emociones las que crean una lógica en tus movimientos, y cuando eso pasa, empiezas a hablar sin palabras. Tu cuerpo habla por ti.”

Ana nunca se imaginó que estar bajo un reflector la haría sentir tan libre. Tras casi 16 años de duro entrenamiento, caídas y grandes obstáculos, esta joven y prometedora bailarina, ha logrado papeles principales en diferentes clásicos y obras originales, como Giselle, Cuentos de navidad, o Uno. Acompañada por unas zapatillas, y algunas notas musicales, el cuerpo de Ana se desenvuelve en una secuencia de imágenes, que llegan a cada una de las personas del lugar. Logra expresar más de lo que mil palabras podrían, tocando a cada espectador que la ve. Al finalizar el acto, todos se levantan, y con gran emoción, le aplauden a aquel monólogo mudo, dónde cada movimiento se encargó de ser una pieza de arte. Una ovación digna de un relato exquisito, que no necesitó más que tan solo grandes emociones, para hacerse entender.

Pero el mundo del ballet es muy competitivo, y aunque existen academias que fomentan la sana competencia, hay otros que sólo se esmeran por alcanzar el éxito, sin importar las consecuencias físicas y psicológicas de los bailarines. Se pueden sentir libres, y su cuerpo puede expresarse así; pero mientras que sus pies pueden sentirse como alas, el teatro puede llegar a ser una gran jaula. Se estima que dentro de este mundo, los índices de los problemas alimenticios son altos, ya que recurren a la bulimia y a la anorexia, para poder alcanzar estándares corporales, que les permite resaltar más en este mundo tan competitivo. Según un estudio de la Universidad de Buenos Aires, el 20% de la bailarinas estudiadas presentaba índices de masa corporal bajos, y ninguna presentaba el peso ideal o sobrepeso. Problemas que también se deben por los excesivos esfuerzos físicos, y el desgaste corporal del entrenamiento en exceso. Durante esta etapa, se pierde casi el 30% de grasa corporal, y los músculos trabajan de tal manera que se vuelven elásticos, pero pierden casi un 15% de su masa inicial.

Por ejemplo, para que Ana Belén pudiese llegar a ser la protagonista de Coppelia, debió entrenar casi seis horas diarias durante algunas semanas, continuar practicando a pesar de los desgarres y lesiones que sufrió en sus piernas, y sobretodo, sin importar la ansiedad y depresión que cargaba sobre sus hombros, gracias a las críticas, comentarios y burlas de sus compañeras. “Cada vez me exigía a mí misma, llevando mi cuerpo y cordura al límite. Sabía que esto me lo merecía, pero necesitaba la aprobación de todos para lograrlo. Era libre de bailar como yo quisiera, pero eso significaba que no iba a ser capaz de alcanzar mis metas. En Coppelia, tuve que educar mi cuerpo y mi mente, para alcanzar la perfección. Y valió la pena. Me convertí en otra persona, pero alcancé lo que muchas no pudieron.”

Las exigencias son altas, si la bailarina quiere brillar en el escenario. Ser prima ballerina no es fácil, y mucho menos, cuando tu academia se vuelve el el purgatorio, donde cada paso es juzgado, y cada avance es envidiado.

Existen diferentes estilos para esta disciplina, los cuales se pueden diferenciar, dependiendo de lo que transmitan al público. El Ballet romántico, siempre nos hablará de los tragedias del corazón. Aquí, la “prima ballerina”, debe ser pasiva, delicada e idolatrada. El público debe ver su suavidad, y comprender el dolor que la hace agonizar. “La música acompaña a nuestros gestos y movimientos. Si estoy triste, no puedo estar dando saltos, o ponerme en puntas. Probablemente me recueste en el piso, o mis movimientos sean lentos y suaves. Es armonizarse con el alma, para poder transmitir mis emociones.” Dice Ana, limpiándose su elegante y colorido maquillaje tras finalizar Coppelia, y retirándose sus zapatillas de punta. Coppelia es una pieza de Ballet tradicional, otra de las corrientes de este tipo de danza, donde se refleja la extravagancia de las cortes imperiales, y su técnica es impecable. Entre más claros y pulidos sean los movimientos, mejor. Son un poco más rígidos y cerrados a la imaginación, pero precisamente es eso lo que hace que el cuerpo hable de una manera clara y fluida en el escenario. La rigidez nos recuerda que Coppelia es una muñeca de madera, pero la elegancia y el porte, hace que el cuerpo sincronice de manera perfecta, los sentimientos evocados por las notas musicales.

Además, no solo los sentimientos se unen con el cuerpo para crear grandes obras; la mente también se ve afectada, y la actividad cerebral se lleva al extremo. La doctora María Cosi Cabrera, psicóloga de la UNAM, estudia esta puesta en escena a partir de la neuropsicología. Además de afirmar que este tipo de danza exige integrar la información auditiva, activar la memoria a corto y largo plazo, y tener un desarrollo neurológico superior, también dice, desde el punto de vista como psicóloga y bailarina profesional: “No hay una actividad que estimule el cerebro de manera más completa que el ballet. Un pianista, por ejemplo, utiliza sólo las manos para ejecutar su instrumento, mientras que el bailarín requiere de todo el cuerpo, ése es su instrumento, el cual tiene que aprender a mover con conocimiento de causa para proyectar en los espectadores la sensación que desea transmitir”.

La primera vez que esta perfecta armonía entre hombre, mímica y música, se llevó a cabo, fue en Francia, con la obra: “Ballet Comique de la Reine”, el cual, fue evolucionando, creando estilos, hibridaciones y diferentes disciplinas en el mundo de la danza; sin embargo, su esencia no se perdió, y con tiempo y dedicación, fue puliéndose, hasta posicionarse como una de las artes escénicas más exigentes, y como un deporte de alto rendimiento. Hoy en día, el porcentaje de los jóvenes que practican este tipo de danzas, ha incrementado con el paso de los años. Según el Ministerio de Cultura de Colombia, el 28% de los jóvenes que están involucrados en las danzas, optan por el ballet; y eso que es en Colombia. La compañía inglesa de ballet “The Royal Ballet”, dice que desde el 2014 se han incrementado las inscripciones y el interés por este tipo de arte, casi en un 38,3%, hasta el 2017.

“Muchos no comprenden cómo es que puedes hablar sin palabras. Y cuestionan este estilo de vida, ya que lo ven como algo que no merece tanto esfuerzo. Pero ellos no entienden que es darlo todo por algo que amas, abandonando muchas cosas, como tu vida social, relaciones amorosas, fiestas, o hasta abandonar relaciones familiares. No entienden que esto se convierte en el centro de tu mundo. No, más bien, se convierte en tu mundo.” Su argumento es fácil: La pasión. El Ballet es una obra que desde el silencio, logra que el cuerpo grite, evocando grandes emociones.

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